La ravintsara está entre los aceites esenciales con mayor potencial antivírico, es muy valorado por ser bactericida,
expectorante, estimulante inmunitario, anticatarral, rico en
antioxidantes, y porque apoya una función pulmonar saludable por lo que no debería faltar en el botiquín, especialmente en la temporada invernal.
Origen:
Es un árbol que crece en lugares como Madagascar, donde se le considera como un árbol medicina y su aroma nos recuerda sutilmente al del eucalipto.
Por otro lado, tiene una importante acción neurotónica, es decir,
es un potente energizante, pero sin ser estimulante ni excitante, lo
que lo hace ideal además de en otras muchas situaciones, cuando uno está
pasando por un proceso vírico que suele estar acompañado por
decaimiento y cansancio profundo.
Por todo ello, ha sido utilizado tradicionalmente para tratar resfriados, bronquitis, mononucleosis, depresión, angustia, cansancio profundo, insomnio...
También forma parte de las fórmulas contra la retención hidrolipídica y para el drenaje linfático.
¿Cómo se puede tomar?
En el caso de procesos víricos, problemas nerviosos, etc, el uso habitual es 1
ó 2 gotas de aceite esencial de ravintsara, en una cucharadita de miel,
aceite de oliva, azúcar de caña... de 1 a 3 veces al día.
¿Y si queremos aplicar directamente?
Aplicar una o dos gotas en la parte interna de las muñecas, o de los codos. Otros sitios son el tórax, el plexo solar (área encima del ombligo y debajo del pecho), el bajo vientre (la zona justo debajo del ombligo), estos dos últimos son una buena opción cuando se busca un reequilibrio energético.
La planta de los pies, en la zona del arco interno, es otro excelente punto en el que elegir aplicar el aceite esencial, dos o tres gotas en cada pie, y también a lo largo, o a ambos lados de la columna vertebral.
La dilución además es aconsejable cuando se trata de aplicarlo a los
niños: al 50%, es decir una parte de aceite esencial
por otra parte de aceite vegetal de
avellana, oliva o sésamo.
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